La Dignidad de las Mujeres
Escrito por Marta Alves
La Iglesia Católica proclama
el valor de cada ser humano
en la luz de Dios y del mundo.
Valoremos cada vida humana
El mundo nuestro es mejor porque el hombre y la mujer en cooperación mutua lo han conquistado. El amor de Dios por su creación es tal que Dios una y otra vez le dice: "Te quiero" a la humanidad cada vez que un bebé nace. El valor de cada vida humana resalta por el amor que Dios le tiene a su creación. La mujer y el hombre son como el azúcar y el huevo en un flan. ¿Puedes separarlos? ¿Puedes decir que uno vale más que el otro? Apreciemos cada vida humana y no despreciemos su valor.
Edifiquemos una Familia Mejor
La humanidad en muchas ocasiones no ha apreciado el valor de la mujer. El oír a una joven decir: "Para ser una esposa buena debo de aprender a ser sumisa a mi esposo" implica que ella quiere decir: "Yo me anularé si quiero ser una buena esposa." ¿Es eso verdad? Eso no es el plan de Dios. Las mujeres deben pararse y ser contadas con sus talentos y sus regalos añadiendo a la fortaleza y los talentos de los hombres. Unidos en el amor de Dios, nosotros podemos edificar una familia mejor y una sociedad mejor.
Ambos los Hombres y las Mujeres son Seres Humanos de Igual Valor
Los obispos de los Estados Unidos hablan de las enseñanzas de la iglesia acerca de la dignidad de la mujer en el documento, “When I Call for Help: A Pastoral Response to Domestic Violence Against Women.” ("Cuando Llamé Pidiendo Ayuda: Una Respuesta Pastoral a La Violencia Doméstica Encontra de Las Mujeres").
Un tema a través de la Sagrada Escritura, comenzando con Génesis, es que las mujeres y los hombres son creados a la imagen de Dios. Como Juan Pablo II ha dicho, "Ambos hombre y mujer son seres humanos al mismo grado." En el Nuevo Testamento, Jesús consistemente busca a aquellos en el borde de la sociedad, aquellos sin poder ni autoridad, aquellos que no tienen a nadie que hable por ellos. El enseñó que todas las mujeres y los hombres son individuos que merecen respeto y dignidad.
Jesús siempre respetaba la dignidad humana de las mujeres. Juan Pablo II nos recuerda que "La forma de actuar de Cristo, el evangelio de sus palabras y sus acciones, es una protesta consistente en contra de cualquier ofenza a la dignidad de las mujeres." Jesús se esmeró en ayudar a las mujeres vulnerables. Recordemos a la mujer con la hemorragia ( Vea Marcos 5:25-34) o la mujer que descubrieron cometiendo adulterío ( Vea Juan 8:1-11). Con sus actos con las mujeres necesitadas, Jesús nos dió un ejemplo a seguir hoy. Como él, estamos llamados a encontrar formas de ayudar aquellas mujeres más vulnerables entre nosotros. También necesitamos encontrar maneras de ayudar los hombres que quieren dejar de ser abusadores.
Como una iglesia, uno de los aspectos que más nos preocupa del abuso hecho en contra de las mujeres es el uno de los textos biblicos, tomados fuera del contexto, para justificar comportamiento abusivo. Consejeros reportan que ambos mujeres abusadas y sus abusadores usan pasajes de la Sagrada Escritura para justificar sus comportamientos.
Las mujeres abusadas dicen, "Yo no puedo dejar esta relación. La Biblia dice que sería malo así hacer." Los hombres abusadores dicen, " La Biblia dice que mi esposa debe de ser sumisa a mí." Ellos toman el texto bíblico y lo tuercen para respaldar su derecho a abusar.
Como obispos, condenamos el uso de la Biblia para respaldar comportatimiento abusivo. El leer las Escrituras correctamente llevan a la gente a una relacion basada en mutualidad y amor. Otra vez, Juan Pablo II lo describe adecuadamente: "En la 'unidad de los dos,' el hombre y la mujer son llamados desde un principio, no solamente a existir 'lado a lado' o 'junto',
sino están también llamados a existir mutuamente uno para el otro."
Aún donde la Biblia use el idioma tradicional para respaldar el orden social común de esos día, la imagen presentada nunca es una que permita el uso de el abuso para controlar a otra persona. En Efesios 5:21-33, por ejemplo, el cual habla de las relaciones dentro de la familia, el principio general enunciado es uno de mutua sumisión entre el esposo y su esposa. El pasaje demuestra a los esposos la imagen de que ellos deben de amar a sus esposas como ellos aman a su propio cuerpo, como Cristo ama a la Iglesia. ¿Puedes imaginar a Jesús abusando a su Iglesia?
La Dignidad y la Vocación de la Mujer
En la Carta Apostólica, MULIERIS DIGNITATEM, el Papa Juan Pablo II escribe acerca de la vocación y la dignidad de las mujeres.
LA DIGNIDAD DE LA MUJER y su vocación, objeto constante de la reflexión humana y cristiana, ha asumido en estos últimos años una importancia muy particular. Esto lo demuestran, entre otras cosas, las intervenciones del Magisterio de la Iglesia, reflejadas en varios documentos del Concilio Vaticano II, que en el Mensaje final afirma: «Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga».(1) Las palabras de este Mensaje resumen lo que ya se había expresado en el Magisterio conciliar, especialmente en la Constitución Pastoral Gaudium et spes(2) y en el Decreto Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado de los seglares.
Papa Juan Pablo II, Carta Apostólica, ,”MULIERIS DIGNITATEM,” 1988
La Dignidad de la Mujer Debe Ser Respetada
En una audiencia general en Junio 22, 1994, Papa Juan Pablo II hace énfasis en la igualdad del hombre y de la mujer, como ambos se complementan y la necesidad de respetar la dignidad de las mujeres.
Nos gustaría… considerar más particularmente el papel de la mujer cristiana, ambos por la importancia que la mujer ha siempre tenido en la Iglesia, y por las esperanzas para el presente y el futuro las cuales pueden y deben ser puestas en ellos. En nuestra era, muchas voces han hablado demandando respeto por la dignidad personal de la mujer y el reconocimiento de sus derechos de igualdad hecha realidad a la par del hombre, para así ofrecer la oportunidad total de hacer realidad su papel en todos los sectores y a todo nivel en la sociedad.
Papa Juan Pablo II
Audiencia General en Junio 22, 1994
La Vocación y la Misión de la Mujer en la Iglesia
El Papa reflexionando en los documentos y decisiones del Segundo Concilio Ecuménico del Vaticano, escribió la Exortación Apostólica "CHRISTIFIDELES LAICE" con el mensaje al mundo de que "todos los fieles láicos, ambos mujeres y hombres" son llamados a servir al Señor.
De modo particular, el Concilio, con su riquísimo patrimonio doctrinal, espiritual y pastoral, ha reservado páginas verdaderamente espléndidas sobre la naturaleza, dignidad, espiritualidad, misión y responsabilidad de los fieles laicos. Y los Padres conciliares, haciendo eco al llamamiento de Cristo, han convocado a todos los fieles laicos, hombres y mujeres, a trabajar en la viña: «Este Sacrosanto Concilio ruega en el Señor a todos los laicos que respondan con ánimo generoso y prontitud de corazón a la voz de Cristo, que en esta hora invita a todos con mayor insistencia, y a los impulsos del Espíritu Santo.
Papa Juan Pablo II, “CHRISTIFIDELES LAICI”, Diciembre 30, 1988
La Feminidad Revelada en la Maternidad
En una audiencia general en Marzo 12 de 1980, Papa Juan Pablo II habló acerca del valor de una mujer como es demonstrado en la maternidad, y el misterio de la creación de un nuevo ser humano "con la ayuda de nuestro Señor Dios."
La Biblia (y después la liturgia) con la sencillez que le es característica,
honra y alaba a lo largo de los siglos "el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron" (Lc 11, 2).
Estas palabras constituyen un elogio de la maternidad, de la feminidad, del cuerpo femenino
en su expresión típica del amor creador. Y son palabras que en el Evangelio se refieren
a la Madre de Cristo, María, segunda Eva.
Papa Juan Pablo II
Audiencia General, Marzo 12, 1980
La luz de María se puede esparcir a través del mundo de la mujer, para abrazar los problemas viejos y nuevos de la mujer, ayudando a todos a entender su dignidad, y a reconocer sus derechos. Las mujeres reciben gracia especial; ellas la reciben para vivir en pacto con Dios, al nivel de su dignidad y misión. Ellas son llamadas a unirse de su propia manera - en una excelente manera con el trabajo redentor de Cristo. Las mujeres tienen un gran papel en la Iglesia. Esto puede ser entendido muy claramente en la luz del evangelio
y de la figura sublime de María.
Papa Juan Pablo II
Audiencia General, Junio 22, 1994
La Mujer en la Familia
El Papa Juan Pablo II en la Exortación Apostolica "Familiaris Consortio" habla acerca del papel de la familia cristiana en el mundo de hoy, refiriéndose al papel de la mujer en la familia en los siguiente párrafos:
…en el campo más específicamente familiar una amplia y difundida tradición social y cultural ha querido reservar a la mujer solamente la tarea de esposa y madre, sin abrirla adecuadamente a las funciones públicas, reservadas en general al hombre.
No hay duda de que la igual dignidad y responsabilidad del hombre y de la mujer justifican plenamente el acceso de la mujer a las funciones públicas. Por otra parte, la verdadera promoción de la mujer exige también que sea claramente reconocido el valor de su función materna y familiar respecto a las demás funciones públicas y a las otras profesiones. Por otra parte, tales funciones y profesiones deben integrarse entre sí, si se quiere que la evolución social y cultural sea verdadera y plenamente humana.
Esto resultará más fácil si, como ha deseado el Sínodo, una renovada «teología del trabajo» ilumina y profundiza el significado del mismo en la vida cristiana y determina el vínculo fundamental que existe entre el trabajo y la familia, y por consiguiente el significado original e insustituible del trabajo de la casa y la educación de los hijos.(66) Por ello la Iglesia puede y debe ayudar a la sociedad actual, pidiendo incansablemente que el trabajo de la mujer en casa sea reconocido por todos y estimado por su valor insustituible. Esto tiene una importancia especial en la acción educativa; en efecto, se elimina la raíz misma de la posible discriminación entre los diversos trabajos y profesiones cuando resulta claramente que todos y en todos los sectores se empeñan con idéntico derecho e idéntica responsabilidad. Aparecerá así más espléndida la imagen de Dios
en el hombre y en la mujer.
Si se debe reconocer también a las mujeres, como a los hombres, el derecho de acceder a las diversas funciones públicas, la sociedad debe sin embargo estructurarse de manera tal que las esposas y madres no sean de hecho obligadas a trabajar fuera de casa y que sus familias puedan vivir y prosperar dignamente, aunque ellas se dediquen totalmente a la propia familia.
Se debe superar además la mentalidad según la cual el honor de la mujer deriva más del trabajo exterior que de la actividad familiar. Pero esto exige que los hombres estimen y amen verdaderamente a la mujer con todo el respeto de su dignidad personal, y que la sociedad cree y desarrolle las condiciones adecuadas para el trabajo doméstico.
La Iglesia, con el debido respeto por la diversa vocación del hombre y de la mujer, debe promover en la medida de lo posible en su misma vida su igualdad de derechos y de dignidad; y esto por el bien de todos, de la familia, de la sociedad y de la Iglesia.
Es evidente sin embargo que todo esto no significa para la mujer la renuncia a su feminidad ni la imitación del carácter masculino, sino la plenitud de la verdadera humanidad femenina tal como debe expresarse en su comportamiento, tanto en familia como fuera de ella, sin descuidar por otra parte en este campo la variedad de costumbres y culturas.
Papa Juan Pablo II, Exhortación Apostólica “FAMILIARIS CONSORTIO,”#22, Noviembre 22, 1981.
Esposo Aprecia a Tu Esposa
Dentro de la comunión-comunidad conyugal y familiar, el hombre está llamado a vivir su don y su función de esposo y padre.
Él ve en la esposa la realización del designio de Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada»,(67) y hace suya la exclamación de Adán, el primer esposo: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne».(68)
El auténtico amor conyugal supone y exige que el hombre tenga profundo respeto por la igual dignidad de la mujer: «No eres su amo —escribe san Ambrosio— sino su marido; no te ha sido dada como esclava, sino como mujer... Devuélvele sus atenciones hacia ti y sé para con ella agradecido por su amor».(69) El hombre debe vivir con la esposa «un tipo muy especial de amistad personal».(70) El cristiano además está llamado a desarrollar una actitud de amor nuevo, manifestando hacia la propia mujer la caridad delicada y fuerte que Cristo tiene a la Iglesia.(71)
El amor a la esposa madre y el amor a los hijos son para el hombre el camino natural para la comprensión y la realización de su paternidad. Sobre todo, donde las condiciones sociales y culturales inducen fácilmente al padre a un cierto desinterés respecto de la familia o bien a una presencia menor en la acción educativa, es necesario esforzarse para que se recupere socialmente la convicción de que el puesto y la función del padre en y por la familia son de una importancia única e insustituible.(72) Como la experiencia enseña, la ausencia del padre provoca desequilibrios psicológicos y morales, además de dificultades notables en las relaciones familiares, como también, en circunstancias opuestas, la presencia opresiva del padre, especialmente donde todavía vige el fenómeno del «machismo», o sea, la superioridad abusiva de las prerrogativas masculinas que humillan a la mujer e inhiben el desarrollo de sanas relaciones familiares.
Papa Juan Pablo II, Exhortación Apostólica “FAMILIARIS CONSORTIO,”#25, Noviembre 22, 1981
La Ordenación Sacerdotal es Reservada para los Hombres
El Papa Juan Pablo II publicó la Carta Apostólica “ORDINATION SACERDOTALIS,” clarificando las razones por las cuales la Iglesia Católica reserva la ordenación sacerdotal para los hombres solamente.
Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres,
sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia,
y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes,
no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible,
o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la
Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación.
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.
Papa Juan Pablo II, Carta Apostólica "ORDINATION SACERDOTALIS"
Mayo 22, 1994
En los tiempos de Jesús, la mujer judía era considerada inferior. En las oraciones matutinas, de acuerdo con El Comentario del Nuevo Testamento de William Barclay (William Barclay’s New Testament Commentary), un hombre al rezar le daba las gracias a Dios de que él no era "un gentil, ni un esclavo, ni una mujer." La opinión de San Pablo era revolucionaria cuando él nos dice:
No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre;
no hay hombre ni mujer;
porque todos sois uno en Cristo Jesús.
Galatas 3:28
La manera, en que nosotras las mujeres nos vemos a nosotras mismas es influenciada por lo que otros esperan de nosotras, y por lo que pensamos que Dios espera de nosotras. La vida de una mujer es como un libro escrito en various capítulos. Cada diez años, un nuevo capítulo parece ser escrito en la vida de una mujer. No hay dos individuos iguales, no hay dos mujeres iguales. Bebé, niña, joven, adolescente, adulto, con carrera, de voluntaria, religiosa o esposa, ama de casa, madre... en todas esas etapas de la vida, hay preguntas que necesitan ser contestadas por cada mujer. ¿Quién soy? ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Qué esperan de mí? ¿Cómo me ve la sociedad? ¿Cómo me veo yo a mí misma? Las respuestas van a ser diferente para cada mujer, pero hay algo que es lo mismo para todas: El amor de Dios. Reconozcamos a Dios como nuestro amo y Señor y tratemos de hacer el bien a otros en nuestros distintos papeles que desempeñamos. Como mujeres, podemos hacer nuestra oración diaria, la oración de la Virgen María:
Mi alma engrandece al Señor
y mi espíritu encuentra alegría en Dios mi salvador…
Dios quien es poderoso ha hecho grandes cosas por mí,
Bendito sea su nombre.
Parte de Lucas 1:46-49
Escrito en Inglés originalmente y traducido por Marta
Publicado por LEAP OF FAITH
© 2001 Marta Alves - February 21, 2001
LEAP OF FAITH - www.faithleap.org
Referencias en Inglés:
1. National Conference of Catholic Bishops, “When I Call for Help: A Pastoral Response to Domestic Violence Against Women.” 1992, USA.
2. Pope John Paul II, Apostolic Letter, MULIERIS DIGNITATEM, 1988.
3. Pope John Paul II, “The Dignity of Women is to be Respected,” General Audience on June 22, 1994, Vatican.
4. Pope John Paul II, Apostolic Exhortation, CHRISTIFIDELES LAICI, 1988 – Vocation and Mission of the Laity in the Church
5. Pope Paul VI, “Mystery of woman revealed in motherhood,” General Audience on March 12, 1980, Vatican.
6. Pope John Paul II, Apostolic Exhortation, FAMILIARIS CONSORTIO, #22, 1981, Vatican.
7. Pope John Paul II, Apostolic Exhortation “FAMILIARIS CONSORTIO,”#25, 1981, Vatican.
8. Pope John Paul II, Apostolic Letter “ORDINATION SACERDOTALIS,” 1994, Vatican.
9. Vatican Council II, Pastoral Constitution GAUDIUM ET SPES.
10. Vatican Council II, Decree on the Apostolate of the Laity APOSTOLICAM ACTUOSITATEM.
11. The Vatican in the Internet : www.vatican.va
12. The National Conference of Catholic Bishops : http://www.nccbuscc.org